miércoles, 7 de enero de 2009

Mi presentación.

Saludos compañeros.



Hoy pongo en funcionamiento este blog con el sano espíritu de mostrar mis salidas y viajes en moto y con el noble propósito de relatar e incitar al viaje de los que profesamos esta religión de moteros – viajeros – aventureros.

Mi nombre virtual es MARSANTA.
Este nombre lo tomo de mi familia. De mi mujer MAR y de mis hijas SANdra y TAmara.
Como ellas son mi vida, ellas son mi nombre.


Mi afición a la moto data desde que tengo uso de razón.
Soy hijo de motero, de aquellos que no se cuestionaban su afición ya que utilizaban la moto para sobrevivir al no tener otro medio de transporte.

Mi padre sufrió un accidente que a punto estuvo de costarle la vida siendo yo muy niño en que padeció una fractura de base de cráneo al colisionar contra un enorme fardo de cartón que había caído de un camión en mitad de la carretera.
Este accidente ocurrió a las seis de la mañana cuando mi padre acudía a su trabajo en pleno mes de febrero.
Se ríe él de las concentraciones invernales.

Guardó con cariño su moto accidentada y yo siempre miré aquella moto sabiendo que la pondría a funcionar en cuanto tuviese edad suficiente.
Siempre me ha manifestado su negativa a mi afición, por proteccionismo, pero se que se siente orgulloso de mí en esta faceta.

Arreglé aquella Vespa 160 con la que hice mis primeros viajes. En aquellos tiempos y con aquella moto eran más aventura que viaje. Aprendí todos los secretos que guardan los motores de dos tiempos ya que gripé aquel motor en numerosas ocasiones.
Un viaje a Asturias con mi amigo Geli y un viaje a Madrid a las carreras del Jarama con mi amigo Fernando siempre han quedado en mi memoria como un recuerdo muy especial. Este viaje me colmó cuando mi ídolo como piloto me firmó un autógrafo en su primera victoria en los Grandes Premios. Hablo del gran Freddie Spencer.

Más tarde me hice con los servicios de una moto que me fascinó, la Benelli 500 LS.
Poco duró la alegría ya que aunque era muy vibrante y bonita fue muy poco fiable.
En poco tiempo me deshice de ella y quedé en dique seco.

Enseguida, mis padres no pudiendo con esta afición irrefrenable decidieron que me comprarían una Yamaha 250 SR.
Con esta moto ya afrontaba viajes de más envergadura y visité con frecuencia los Picos de Europa y Asturias. Acudí a mi primer Pingüinos en el año 83.
Éramos 400 inscritos.

Antes de un año cambie a cilindrada superior y me traje a casa la Yamaha 400 Xs.
Me pasaba las horas muertas mirándola.
Siempre recuerdo esta moto con todo el cariño posible.
Ya me permitía viajes de más envergadura. Mar ya me acompañaba disfrutando a dúo de esta afición.

Pero mi gran amor no había aparecido aún. Nunca olvidaré el día que la vi expuesta en mi concesionario durante años. Fue un amor a primera vista irrefrenable.
De esta manera me subí encima de mi Kawasaki GPX 750 R .
Rutas de gran kilometraje a dúo nos hicieron disfrutar mucho.
Esta fue mi época en los circuitos.
Disfruté momentos inolvidables con el gran López Mella, Toni García, Carlos Morante y sobre todo del maestro Andrés Pérez Rubio. Eran un referente del motociclismo de la época. Hoy es abanderado de la lucha antiguardarrailes.
Para el que no lo sepa, el maestro, perdió sus dos antebrazos en un accidente contra un guardarrail y le fueron nuevamente insertados.

Tuve mi etapa en el enduro con mi caballo indomable, Husqvarna 510.
Dedicaba casi el mismo tiempo a rodar con ella como a apretar los pocos tornillos que quedaban en su sitio después de cada salida. Fue una experiencia muy excitante.

Más tarde vinieron mis hijas y no pude mantener esta afición durante algunos años.


Pasado algún tiempo y ya mis hijas hechas mujercitas ingresé de nuevo en este club.
Tímidamente traje a casa una vetusta Transalp que mejoré y que en pocos meses vendí para hacerme con mi actual montura: mi Suzuki V Strom 650 que solo me da satisfacciones y que me lleva con absoluta fiabilidad y gran excitación a cualquier destino que le pida.

Desde este momento dejaré en este lugar virtual mis experiencias para provocar el estímulo a quien tenga a bien el leerme y quedando mi mano tendida a quien tenga la ilusión de acompañarme.




Un saludo y nos vemos en la ruta.